¡Con los Trabajadores y el pueblo a democratizar el país!
¡Con los Trabajadores y el pueblo a democratizar el país!
La Concertación es incapaz de democratizar al país, por sus estrechos compromisos y vínculos con los grupos económicos. La política de los “acuerdos” con la Derecha y con quienes se reparten las riquezas, es la trampa utilizada para engañar a los trabajadores y al pueblo y para llegar al punto en que nos encontramos.
· Con un país que es prisionero de tratados internacionales, económicos, políticos y militares, que los trabajadores no conocen, a pesar de ser sus principales víctimas.
· Con una Constitución heredada de la Dictadura, que impide que recuperemos nuestras riquezas básicas y que otorga toda suerte de garantías a los grupos económicos y a sus representantas políticos.
Con un gobierno incapaz de castigar a quienes cometieron desde el Estado los brutales crímenes en contra de nuestro pueblo y en contra de la humanidad.¡Los trabajadores y el pueblo deben discutir abierta y libremente todo lo que tiene que ver con el rumbo de la nación!. ¡No deben aceptar el chantaje terrorífico de una vuelta al pasado! ¡Deben rechazar las amenazas y mentiras que buscan acallar la voz de los trabajadores!.Los trabajadores y el pueblo deben exigir mayor libertad y democracia para expresar sus demandas, para movilizarse por sus legítimos intereses, para impedir que cualquier potencia extranjera o grupo de empresarios -- o sus representantes políticos -- hablen a nombre de los trabajadores y del pueblo chileno.
Los trabajadores son los que producen, los que mueven el país cada día con su esfuerzo y sacrificio, pero nadie los escucha y consulta. Toda la riqueza ha sido creada con su trabajo, pero sus frutos los gozan unos pocos, amparados en un sistema antidemocrático, represivo y excluyente.Los trabajadores deben responder con fuerza y decisión combativa, no deben permitir la insolencia y prepotencia empresarial. Cuando el empresariado enfrenta a trabajadores débiles y desorganizados, aumenta la explotación y la represión sindical, porque sabe además que cuentan con el respaldo del Gobierno de turno.
Crímenes de guerra: la implicación de la ONU
por Silvia Cattori*
Para el ex secretario general adjunto de la ONU, Hans Christof von
Sponeck,
en vez de velar por el respeto del derecho internacional y la
consolidación
de la paz, la ONU se ha convertido en instrumento de la injusticia.
Tal es
el caso de las sanciones contra el Irak de Sadam Husein, sanciones
que
provocaron un desastre humanitario. Hoy, por ejemplo, tratados
internacionales como el de no proliferación nuclear sirven para
garantizar
la hegemonía de ciertos países y amenazar a otros. Es hora ya de
cambiar
radicalmente este sistema.
EL conde Hans Christof von Sponeck, nacido en Bremen en 1939, trabajó
durante 32 años en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
Nombrado en 1998 Coordinador Humanitario de las Naciones Unidas en
Irak con
rango de secretario general adjunto por Kofi Annan, el conde von
Sponeck
presentó su renuncia en marzo del año 2000 como protesta por las
sanciones
que hundieron al pueblo iraquí en la miseria y el hambre. Silvia
Cattori lo
entrevista para la Red Voltaire.
Silvia Cattori: En su libro «Otro tipo de guerra: El régimen de
sanciones de
las Naciones Unidas contra Irak», [1] usted acusaba al Consejo de
Seguridad
de haber traicionado la Carta de las Naciones Unidas. ¿Podría usted
darnos
ejemplos precisos en los que el Secretariado de las Naciones Unidas
se
comportó de manera a su entender condenable?
Hans von Sponeck: El Consejo de Seguridad está obligado a someterse a
la
Carta de las Naciones Unidas; no debe olvidar la Convención sobre los
Derechos del Niño ni los aspectos generales de las diferentes
Convenciones.
Cuando el Consejo de Seguridad sabe que las condiciones son inhumanas
en
Irak, que la gente de todas las edades es profundamente desgraciada,
no por
culpa de un dictador sino por causa de su propia política de
acompañamiento
en el marco del programa «petróleo por alimentos», por causa de las
excepciones humanitarias, y decide no hacer nada -o no hacer lo
suficiente-
por proteger a la población de las consecuencias de su política, no
queda
otro remedio que afirmar que hay que condenar al Consejo de Seguridad.
Hay
que condenarlo en particular por el gran incremento de las tasas de
mortalidad en Irak.
Veamos las pruebas: durante los años 80, bajo el gobierno de Sadam
Husein,
la UNICEF había comprobado que en Irak 25 niños de cada mil, de menos
de 5
años, morían por diferentes causas. Durante los años de aplicación de
las
sanciones, de 1990 a 2003, se produjo un rápido incremento: de 56 por
mil (a
principios de los años 90), la mortalidad de los niños de menos de 5
años
alcanzó la cifra de 131 por mil (en los primeros años del nuevo
siglo). No
resulta difícil de entender para nadie que este incremento de la
mortalidad
infantil fue consecuencia de las sanciones; es por consiguiente
indudable
que el Consejo de Seguridad prefirió ignorar las consecuencias de su
propia
política hacia Irak por causa de las presiones de los principales
participantes, en particular, las de Estados Unidos y del Reino
Unido.
Silvia Cattori: ¿Cómo pudo el Consejo de Seguridad no tener en cuenta
las
consecuencias humanitarias de las sanciones contra Irak, sobre todo
sabiendo
que adoptó otras resoluciones -como la 1559, por ejemplo- que abrían
el
camino a los bombardeos contra la población civil? ¿Equivale eso a
decir que
el Consejo de Seguridad y el Secretariado de la ONU se convirtieron
durante
estos últimos años en los primeros responsables de catástrofes
humanitarias?
Hans von Sponeck: Yo diría que solamente los ignorantes, o aquellos
que no
pueden aceptar la derrota, siguen afirmando que el drama humanitario
en Irak
no se debe, en gran medida, a una política errónea, a una política de
castigo. El pueblo iraquí fue castigado simplemente porque se
encontraba
bajo la dirección del gobierno de Bagdad, o sea a pesar de ser
totalmente
inocente.
Silvia Cattori: Nuestros dirigentes políticos, presentes en todas las
instancias internacionales, sabían perfectamente que las sanciones
tenían
consecuencias desastrosas. ¿Quiere decir eso que, mediante su
silencio,
aceptaron que se impusiera el hambre a los civiles?
Hans von Sponeck: No podemos olvidar que hubo algo que podemos llamar
silencio, complicidad, apoyo o incluso esfuerzo deliberado por crear
el tipo
de condiciones que prevalecieron en Irak durante los 13 años de las
sanciones. Lo cual implica diferentes grados de responsabilidad
política. El
primer ministro de Gran Bretaña y el presidente de Estados Unidos y
sus
gobiernos no fueron los únicos responsables. También hubo otros.
España e Italia desempeñaron un papel de apoyo que hace también
responsables
a sus gobiernos de aquel entonces. Aznar en Madrid y Berlusconi en
Italia
son altamente responsables por haber contribuido al desastre y al
drama
humano que tuvo lugar en Irak. Ellos no aceptarán esa responsabilidad
pero
las pruebas están ahí.
Silvia Cattori: Si el problema principal es la manipulación del
Consejo de
Seguridad por parte de Estados Unidos y este último país sigue
cometiendo
crímenes con el pretexto de que tiene un mandato de Naciones Unidas,
¿qué
puede hacerse para corregir esa situación?
Hans von Sponeck: Yo pienso que esa es una pregunta muy importante y
particularmente apropiada en el marco del debate sobre el tipo de
Organización de Naciones Unidas que necesitamos para proteger a la
comunidad
internacional, para proteger a los 192 gobiernos de los Estados
miembros de
los peligros que ciertos gobiernos les imponen cuando abusan de su
autoridad, de sus informaciones, de sus finanzas, de su poder, para
favorecer sus propios intereses yendo en contra de los intereses de la
paz,
de los intereses de la justicia, de los intereses de la humanidad.
Silvia Cattori: ¿Cuál fue la reacción de usted ante la ejecución de
Sadam
Husein y de los que junto a él fueron acusados y condenados a muerte
por un
tribunal formado por Estados Unidos?
Hans von Sponeck: Yo diría primero que todo que no me sorprendió. Ese
era el
objetivo final de los que están en el poder en Bagdad y de quienes
ocupan
Irak. No hay defensa posible para Sadam Husein pero sí se puede
condenar el
hecho de que no haya tenido un juicio justo, que se trató de una
farsa. Era
un tribunal que, bajo una apariencia de respetabilidad, escondía la
decisión
predeterminada de condenar a los acusados a la pena de muerte. Sadam
Husein,
como cualquier otra persona, tenía derecho a un juicio justo, y no lo
tuvo.
Por eso fue que me indignó esa demostración evidente de que, a pesar
de que
existe un derecho internacional, a pesar de que las naciones
europeas,
Estados Unidos y Canadá, así como otras naciones, no paran de
proclamarse
como defensoras de la justicia, la realidad es que no defienden la
justicia.
Silvia Cattori: Usted se dirigió a George W. Bush para solicitar la
liberación de Tarek Aziz. ¿Recibió respuesta?
Hans von Sponeck: No obtuve respuesta alguna. Escribí aquella carta
porque
conocí a Tarek Aziz. Mi predecesor y yo mismo lo considerábamos una
persona
con la que teníamos una relación cordial, una persona que -a pesar de
lo que
de él se haya dicho en los grandes diarios- trataba de ocuparse del
pueblo
iraquí, una persona que estaba por consiguiente dispuesta y
disponible
cuando se trataba de tomar en consideración proposiciones tendientes
a
mejorar el programa de asistencia humanitaria.
Desde nuestro punto de vista, desde mi punto de vista, se trataba de
una
persona correcta. No puedo emitir juicios sobre lo que Tarek Aziz hizo
en
Irak fuera del sector del que yo era responsable pero, todo lo que
pido, es
que una persona enferma, aunque sea sólo por razones humanitarias,
sea
tratada dignamente; esa persona debería ser autorizada a disponer de
un
seguimiento médico y a gozar de un juicio justo. Tarek Aziz tenía
derecho, y
tiene derecho -como debería haberlo tenido además el propio Sadam
Husein- a
ser tratado conforme a lo establecido en las convenciones de La Haya y
de
Ginebra. Yo me pronuncio contra el hecho que, tres años después de que
él se
entregara voluntariamente a las fuerzas de ocupación, todavía no se
hayan
presentado cargos en su contra y [en contra de] que se le siga
manteniendo
en prisión cuando se sabe que necesita urgentemente un seguimiento
médico.
Silvia Cattori: Aunque la situación creada por la ocupación
Crímenes de guerra: la implicación de la ONU
ResponderEliminarpor Silvia Cattori*
Para el ex secretario general adjunto de la ONU, Hans Christof von
Sponeck,
en vez de velar por el respeto del derecho internacional y la
consolidación
de la paz, la ONU se ha convertido en instrumento de la injusticia.
Tal es
el caso de las sanciones contra el Irak de Sadam Husein, sanciones
que
provocaron un desastre humanitario. Hoy, por ejemplo, tratados
internacionales como el de no proliferación nuclear sirven para
garantizar
la hegemonía de ciertos países y amenazar a otros. Es hora ya de
cambiar
radicalmente este sistema.
EL conde Hans Christof von Sponeck, nacido en Bremen en 1939, trabajó
durante 32 años en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
Nombrado en 1998 Coordinador Humanitario de las Naciones Unidas en
Irak con
rango de secretario general adjunto por Kofi Annan, el conde von
Sponeck
presentó su renuncia en marzo del año 2000 como protesta por las
sanciones
que hundieron al pueblo iraquí en la miseria y el hambre. Silvia
Cattori lo
entrevista para la Red Voltaire.
Silvia Cattori: En su libro «Otro tipo de guerra: El régimen de
sanciones de
las Naciones Unidas contra Irak», [1] usted acusaba al Consejo de
Seguridad
de haber traicionado la Carta de las Naciones Unidas. ¿Podría usted
darnos
ejemplos precisos en los que el Secretariado de las Naciones Unidas
se
comportó de manera a su entender condenable?
Hans von Sponeck: El Consejo de Seguridad está obligado a someterse a
la
Carta de las Naciones Unidas; no debe olvidar la Convención sobre los
Derechos del Niño ni los aspectos generales de las diferentes
Convenciones.
Cuando el Consejo de Seguridad sabe que las condiciones son inhumanas
en
Irak, que la gente de todas las edades es profundamente desgraciada,
no por
culpa de un dictador sino por causa de su propia política de
acompañamiento
en el marco del programa «petróleo por alimentos», por causa de las
excepciones humanitarias, y decide no hacer nada -o no hacer lo
suficiente-
por proteger a la población de las consecuencias de su política, no
queda
otro remedio que afirmar que hay que condenar al Consejo de Seguridad.
Hay
que condenarlo en particular por el gran incremento de las tasas de
mortalidad en Irak.
Veamos las pruebas: durante los años 80, bajo el gobierno de Sadam
Husein,
la UNICEF había comprobado que en Irak 25 niños de cada mil, de menos
de 5
años, morían por diferentes causas. Durante los años de aplicación de
las
sanciones, de 1990 a 2003, se produjo un rápido incremento: de 56 por
mil (a
principios de los años 90), la mortalidad de los niños de menos de 5
años
alcanzó la cifra de 131 por mil (en los primeros años del nuevo
siglo). No
resulta difícil de entender para nadie que este incremento de la
mortalidad
infantil fue consecuencia de las sanciones; es por consiguiente
indudable
que el Consejo de Seguridad prefirió ignorar las consecuencias de su
propia
política hacia Irak por causa de las presiones de los principales
participantes, en particular, las de Estados Unidos y del Reino
Unido.
Silvia Cattori: ¿Cómo pudo el Consejo de Seguridad no tener en cuenta
las
consecuencias humanitarias de las sanciones contra Irak, sobre todo
sabiendo
que adoptó otras resoluciones -como la 1559, por ejemplo- que abrían
el
camino a los bombardeos contra la población civil? ¿Equivale eso a
decir que
el Consejo de Seguridad y el Secretariado de la ONU se convirtieron
durante
estos últimos años en los primeros responsables de catástrofes
humanitarias?
Hans von Sponeck: Yo diría que solamente los ignorantes, o aquellos
que no
pueden aceptar la derrota, siguen afirmando que el drama humanitario
en Irak
no se debe, en gran medida, a una política errónea, a una política de
castigo. El pueblo iraquí fue castigado simplemente porque se
encontraba
bajo la dirección del gobierno de Bagdad, o sea a pesar de ser
totalmente
inocente.
Silvia Cattori: Nuestros dirigentes políticos, presentes en todas las
instancias internacionales, sabían perfectamente que las sanciones
tenían
consecuencias desastrosas. ¿Quiere decir eso que, mediante su
silencio,
aceptaron que se impusiera el hambre a los civiles?
Hans von Sponeck: No podemos olvidar que hubo algo que podemos llamar
silencio, complicidad, apoyo o incluso esfuerzo deliberado por crear
el tipo
de condiciones que prevalecieron en Irak durante los 13 años de las
sanciones. Lo cual implica diferentes grados de responsabilidad
política. El
primer ministro de Gran Bretaña y el presidente de Estados Unidos y
sus
gobiernos no fueron los únicos responsables. También hubo otros.
España e Italia desempeñaron un papel de apoyo que hace también
responsables
a sus gobiernos de aquel entonces. Aznar en Madrid y Berlusconi en
Italia
son altamente responsables por haber contribuido al desastre y al
drama
humano que tuvo lugar en Irak. Ellos no aceptarán esa responsabilidad
pero
las pruebas están ahí.
Silvia Cattori: Si el problema principal es la manipulación del
Consejo de
Seguridad por parte de Estados Unidos y este último país sigue
cometiendo
crímenes con el pretexto de que tiene un mandato de Naciones Unidas,
¿qué
puede hacerse para corregir esa situación?
Hans von Sponeck: Yo pienso que esa es una pregunta muy importante y
particularmente apropiada en el marco del debate sobre el tipo de
Organización de Naciones Unidas que necesitamos para proteger a la
comunidad
internacional, para proteger a los 192 gobiernos de los Estados
miembros de
los peligros que ciertos gobiernos les imponen cuando abusan de su
autoridad, de sus informaciones, de sus finanzas, de su poder, para
favorecer sus propios intereses yendo en contra de los intereses de la
paz,
de los intereses de la justicia, de los intereses de la humanidad.
Silvia Cattori: ¿Cuál fue la reacción de usted ante la ejecución de
Sadam
Husein y de los que junto a él fueron acusados y condenados a muerte
por un
tribunal formado por Estados Unidos?
Hans von Sponeck: Yo diría primero que todo que no me sorprendió. Ese
era el
objetivo final de los que están en el poder en Bagdad y de quienes
ocupan
Irak. No hay defensa posible para Sadam Husein pero sí se puede
condenar el
hecho de que no haya tenido un juicio justo, que se trató de una
farsa. Era
un tribunal que, bajo una apariencia de respetabilidad, escondía la
decisión
predeterminada de condenar a los acusados a la pena de muerte. Sadam
Husein,
como cualquier otra persona, tenía derecho a un juicio justo, y no lo
tuvo.
Por eso fue que me indignó esa demostración evidente de que, a pesar
de que
existe un derecho internacional, a pesar de que las naciones
europeas,
Estados Unidos y Canadá, así como otras naciones, no paran de
proclamarse
como defensoras de la justicia, la realidad es que no defienden la
justicia.
Silvia Cattori: Usted se dirigió a George W. Bush para solicitar la
liberación de Tarek Aziz. ¿Recibió respuesta?
Hans von Sponeck: No obtuve respuesta alguna. Escribí aquella carta
porque
conocí a Tarek Aziz. Mi predecesor y yo mismo lo considerábamos una
persona
con la que teníamos una relación cordial, una persona que -a pesar de
lo que
de él se haya dicho en los grandes diarios- trataba de ocuparse del
pueblo
iraquí, una persona que estaba por consiguiente dispuesta y
disponible
cuando se trataba de tomar en consideración proposiciones tendientes
a
mejorar el programa de asistencia humanitaria.
Desde nuestro punto de vista, desde mi punto de vista, se trataba de
una
persona correcta. No puedo emitir juicios sobre lo que Tarek Aziz hizo
en
Irak fuera del sector del que yo era responsable pero, todo lo que
pido, es
que una persona enferma, aunque sea sólo por razones humanitarias,
sea
tratada dignamente; esa persona debería ser autorizada a disponer de
un
seguimiento médico y a gozar de un juicio justo. Tarek Aziz tenía
derecho, y
tiene derecho -como debería haberlo tenido además el propio Sadam
Husein- a
ser tratado conforme a lo establecido en las convenciones de La Haya y
de
Ginebra. Yo me pronuncio contra el hecho que, tres años después de que
él se
entregara voluntariamente a las fuerzas de ocupación, todavía no se
hayan
presentado cargos en su contra y [en contra de] que se le siga
manteniendo
en prisión cuando se sabe que necesita urgentemente un seguimiento
médico.
Silvia Cattori: Aunque la situación creada por la ocupación de Irak
es
aterradora, hay muchísimas razones que llevan a temer que Estados
Unidos
utilice la resolución contra Irán para atacar a ese país. La marina
[de
guerra] alemana -con un mandato formal de la ONU- se encuentra ya en
posición en el Mediterráneo oriental. ¿Conocía usted el grado de
implicación
de su país en los planes de guerra de Estados Unidos y es por eso qie
le
pidió a Angela Merkel, en una carta abierta, que rechace todo uso de
la
fuerza contra Irán?
Hans von Sponeck: Exactemente. Veo perfectamente que,
progresivamente,
Alemania y otros países europeos están siendo empujados a actuar en
el
sentido de una política de poderío definida en Washington por gente
ávida de
poder. Y eso es más grave aún cuando, al darse cuenta de que ellos
solos no
podrán llevar a vías de hecho su política de dominación, tratan de
apoyarse
en otros gobiernos. Y esos otros gobiernos parecen ser gobiernos de
Europa
Central y de Europa Oriental, desde Lituania hasta Gran Bretaña.
También
tratan de politizar la OTAN para utilizarla como instrumento, [un
instrumento] que ya se encuentra en gran medida al servicio de
Estados
Unidos.
Es por eso que, como todo individuo normal de este mundo, no puedo
aceptar
los intentos -apoyados por la canciller Merkel durante la reciente
cumbre de
la OTAN- tendientes a atribuir a esa alianza militar una misión
política. La
OTAN es un instrumento de la guerra fría. Desde hace muchos años
estaba en
busca de una nueva misión, de un nuevo papel. Lo ...
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Crímenes de guerra: la implicación de la ONU
ResponderEliminarpor Silvia Cattori*
Para el ex secretario general adjunto de la ONU, Hans Christof von
Sponeck,
en vez de velar por el respeto del derecho internacional y la
consolidación
de la paz, la ONU se ha convertido en instrumento de la injusticia.
Tal es
el caso de las sanciones contra el Irak de Sadam Husein, sanciones
que
provocaron un desastre humanitario. Hoy, por ejemplo, tratados
internacionales como el de no proliferación nuclear sirven para
garantizar
la hegemonía de ciertos países y amenazar a otros. Es hora ya de
cambiar
radicalmente este sistema.
EL conde Hans Christof von Sponeck, nacido en Bremen en 1939, trabajó
durante 32 años en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
Nombrado en 1998 Coordinador Humanitario de las Naciones Unidas en
Irak con
rango de secretario general adjunto por Kofi Annan, el conde von
Sponeck
presentó su renuncia en marzo del año 2000 como protesta por las
sanciones
que hundieron al pueblo iraquí en la miseria y el hambre. Silvia
Cattori lo
entrevista para la Red Voltaire.
Silvia Cattori: En su libro «Otro tipo de guerra: El régimen de
sanciones de
las Naciones Unidas contra Irak», [1] usted acusaba al Consejo de
Seguridad
de haber traicionado la Carta de las Naciones Unidas. ¿Podría usted
darnos
ejemplos precisos en los que el Secretariado de las Naciones Unidas
se
comportó de manera a su entender condenable?
Hans von Sponeck: El Consejo de Seguridad está obligado a someterse a
la
Carta de las Naciones Unidas; no debe olvidar la Convención sobre los
Derechos del Niño ni los aspectos generales de las diferentes
Convenciones.
Cuando el Consejo de Seguridad sabe que las condiciones son inhumanas
en
Irak, que la gente de todas las edades es profundamente desgraciada,
no por
culpa de un dictador sino por causa de su propia política de
acompañamiento
en el marco del programa «petróleo por alimentos», por causa de las
excepciones humanitarias, y decide no hacer nada -o no hacer lo
suficiente-
por proteger a la población de las consecuencias de su política, no
queda
otro remedio que afirmar que hay que condenar al Consejo de Seguridad.
Hay
que condenarlo en particular por el gran incremento de las tasas de
mortalidad en Irak.
Veamos las pruebas: durante los años 80, bajo el gobierno de Sadam
Husein,
la UNICEF había comprobado que en Irak 25 niños de cada mil, de menos
de 5
años, morían por diferentes causas. Durante los años de aplicación de
las
sanciones, de 1990 a 2003, se produjo un rápido incremento: de 56 por
mil (a
principios de los años 90), la mortalidad de los niños de menos de 5
años
alcanzó la cifra de 131 por mil (en los primeros años del nuevo
siglo). No
resulta difícil de entender para nadie que este incremento de la
mortalidad
infantil fue consecuencia de las sanciones; es por consiguiente
indudable
que el Consejo de Seguridad prefirió ignorar las consecuencias de su
propia
política hacia Irak por causa de las presiones de los principales
participantes, en particular, las de Estados Unidos y del Reino
Unido.
Silvia Cattori: ¿Cómo pudo el Consejo de Seguridad no tener en cuenta
las
consecuencias humanitarias de las sanciones contra Irak, sobre todo
sabiendo
que adoptó otras resoluciones -como la 1559, por ejemplo- que abrían
el
camino a los bombardeos contra la población civil? ¿Equivale eso a
decir que
el Consejo de Seguridad y el Secretariado de la ONU se convirtieron
durante
estos últimos años en los primeros responsables de catástrofes
humanitarias?
Hans von Sponeck: Yo diría que solamente los ignorantes, o aquellos
que no
pueden aceptar la derrota, siguen afirmando que el drama humanitario
en Irak
no se debe, en gran medida, a una política errónea, a una política de
castigo. El pueblo iraquí fue castigado simplemente porque se
encontraba
bajo la dirección del gobierno de Bagdad, o sea a pesar de ser
totalmente
inocente.
Silvia Cattori: Nuestros dirigentes políticos, presentes en todas las
instancias internacionales, sabían perfectamente que las sanciones
tenían
consecuencias desastrosas. ¿Quiere decir eso que, mediante su
silencio,
aceptaron que se impusiera el hambre a los civiles?
Hans von Sponeck: No podemos olvidar que hubo algo que podemos llamar
silencio, complicidad, apoyo o incluso esfuerzo deliberado por crear
el tipo
de condiciones que prevalecieron en Irak durante los 13 años de las
sanciones. Lo cual implica diferentes grados de responsabilidad
política. El
primer ministro de Gran Bretaña y el presidente de Estados Unidos y
sus
gobiernos no fueron los únicos responsables. También hubo otros.
España e Italia desempeñaron un papel de apoyo que hace también
responsables
a sus gobiernos de aquel entonces. Aznar en Madrid y Berlusconi en
Italia
son altamente responsables por haber contribuido al desastre y al
drama
humano que tuvo lugar en Irak. Ellos no aceptarán esa responsabilidad
pero
las pruebas están ahí.
Silvia Cattori: Si el problema principal es la manipulación del
Consejo de
Seguridad por parte de Estados Unidos y este último país sigue
cometiendo
crímenes con el pretexto de que tiene un mandato de Naciones Unidas,
¿qué
puede hacerse para corregir esa situación?
Hans von Sponeck: Yo pienso que esa es una pregunta muy importante y
particularmente apropiada en el marco del debate sobre el tipo de
Organización de Naciones Unidas que necesitamos para proteger a la
comunidad
internacional, para proteger a los 192 gobiernos de los Estados
miembros de
los peligros que ciertos gobiernos les imponen cuando abusan de su
autoridad, de sus informaciones, de sus finanzas, de su poder, para
favorecer sus propios intereses yendo en contra de los intereses de la
paz,
de los intereses de la justicia, de los intereses de la humanidad.
Silvia Cattori: ¿Cuál fue la reacción de usted ante la ejecución de
Sadam
Husein y de los que junto a él fueron acusados y condenados a muerte
por un
tribunal formado por Estados Unidos?
Hans von Sponeck: Yo diría primero que todo que no me sorprendió. Ese
era el
objetivo final de los que están en el poder en Bagdad y de quienes
ocupan
Irak. No hay defensa posible para Sadam Husein pero sí se puede
condenar el
hecho de que no haya tenido un juicio justo, que se trató de una
farsa. Era
un tribunal que, bajo una apariencia de respetabilidad, escondía la
decisión
predeterminada de condenar a los acusados a la pena de muerte. Sadam
Husein,
como cualquier otra persona, tenía derecho a un juicio justo, y no lo
tuvo.
Por eso fue que me indignó esa demostración evidente de que, a pesar
de que
existe un derecho internacional, a pesar de que las naciones
europeas,
Estados Unidos y Canadá, así como otras naciones, no paran de
proclamarse
como defensoras de la justicia, la realidad es que no defienden la
justicia.
Silvia Cattori: Usted se dirigió a George W. Bush para solicitar la
liberación de Tarek Aziz. ¿Recibió respuesta?
Hans von Sponeck: No obtuve respuesta alguna. Escribí aquella carta
porque
conocí a Tarek Aziz. Mi predecesor y yo mismo lo considerábamos una
persona
con la que teníamos una relación cordial, una persona que -a pesar de
lo que
de él se haya dicho en los grandes diarios- trataba de ocuparse del
pueblo
iraquí, una persona que estaba por consiguiente dispuesta y
disponible
cuando se trataba de tomar en consideración proposiciones tendientes
a
mejorar el programa de asistencia humanitaria.
Desde nuestro punto de vista, desde mi punto de vista, se trataba de
una
persona correcta. No puedo emitir juicios sobre lo que Tarek Aziz hizo
en
Irak fuera del sector del que yo era responsable pero, todo lo que
pido, es
que una persona enferma, aunque sea sólo por razones humanitarias,
sea
tratada dignamente; esa persona debería ser autorizada a disponer de
un
seguimiento médico y a gozar de un juicio justo. Tarek Aziz tenía
derecho, y
tiene derecho -como debería haberlo tenido además el propio Sadam
Husein- a
ser tratado conforme a lo establecido en las convenciones de La Haya y
de
Ginebra. Yo me pronuncio contra el hecho que, tres años después de que
él se
entregara voluntariamente a las fuerzas de ocupación, todavía no se
hayan
presentado cargos en su contra y [en contra de] que se le siga
manteniendo
en prisión cuando se sabe que necesita urgentemente un seguimiento
médico.
Silvia Cattori: Aunque la situación creada por la ocupación de Irak
es
aterradora, hay muchísimas razones que llevan a temer que Estados
Unidos
utilice la resolución contra Irán para atacar a ese país. La marina
[de
guerra] alemana -con un mandato formal de la ONU- se encuentra ya en
posición en el Mediterráneo oriental. ¿Conocía usted el grado de
implicación
de su país en los planes de guerra de Estados Unidos y es por eso qie
le
pidió a Angela Merkel, en una carta abierta, que rechace todo uso de
la
fuerza contra Irán?
Hans von Sponeck: Exactemente. Veo perfectamente que,
progresivamente,
Alemania y otros países europeos están siendo empujados a actuar en
el
sentido de una política de poderío definida en Washington por gente
ávida de
poder. Y eso es más grave aún cuando, al darse cuenta de que ellos
solos no
podrán llevar a vías de hecho su política de dominación, tratan de
apoyarse
en otros gobiernos. Y esos otros gobiernos parecen ser gobiernos de
Europa
Central y de Europa Oriental, desde Lituania hasta Gran Bretaña.
También
tratan de politizar la OTAN para utilizarla como instrumento, [un
instrumento] que ya se encuentra en gran medida al servicio de
Estados
Unidos.
Es por eso que, como todo individuo normal de este mundo, no puedo
aceptar
los intentos -apoyados por la canciller Merkel durante la reciente
cumbre de
la OTAN- tendientes a atribuir a esa alianza militar una misión
política. La
OTAN es un instrumento de la guerra fría. Desde hace muchos años
estaba en
busca de una nueva misión, de un nuevo papel. Lo ...
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